Siembra Y Construcción
"Porque nosotros somos cooperadores de Dios; vosotros soi s labor de Dios y edificio de Dios." Paulo. (I CORINTIOS, 3:9.)
Aseverando Pablo su condición de cooperador de Dios y designando la labor y el edificio del Señor en los seguidores y beneficiarios del Evangelio que lo cercaban, trazó el cuadro espiritual que siempre existiría en la Tierra en el perfeccionamiento, entre los que conocen y los que ignoran la verdad divina.
Si ya recibimos de la Buena Nueva la lámpara encendida para nuestra jornada, somos compulsoriamente considerados colaboradores del ministerio de Jesús, competiéndonos la sementera y la construcción de el en todas las criaturas que comparten con nosotros el camino.
Conocemos, pues, en la esencia, cual es el servicio que la Revelación nos indica, luego nos aproximamos a la luz cristiana.
Si ya guardamos la bendición del Maestro, nos cabe restaurar el equilibrio de las corrientes de la vida, donde permanezcamos, ayudando a los que se desayudan, observando algo para los que yacen ciegos y oyendo alguna cosa en provecho de los que permanecen sordos, con el fin de que la obra del reino Divino crezca, progrese y santifique toda la Tierra.
El servicio es de plantación y edificación, reclamando esfuerzo personal y buena voluntad para con todos, por cuanto, de conformidad con la propia simbología del apóstol, el vegetal pide tiempo y cariño para desenvolverse y la casa sólida no se yergue en un día.
En todas partes, sin embargo, vemos pedreros que claman contra el peso del tejado y de la arena y cultivadores que detestan las exigencias del abono y protección para la planta frágil.
La enseñanza del Evangelio, con todo, no deja margen a cualquier duda.
Si ya conoces los beneficios de Jesús, eres colaborador de el, en la viña del mundo y en la edificación del espíritu humano para la Eternidad.
Avanza en la tarea que te fue confiada y no temas. Si la fe representa nuestra corona de luz, el trabajo a favor de todos es nuestra bendición de cada día.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 68.