Envaina Tu Espada
"Envaina tu espada..." Jesús (Juan. 18:11)
La guerra fue siempre el terror de las naciones.
Huracán de inconsciencia, abre la puerta a todos los monstruos de la iniquidad por donde se manifiesta. Lo que la civilización yergue, al precio de los siglos laboriosos de sudor, lo destruye con furia en pocos días.
Ante ella, surgen el martirio y el arrasamiento, que compelen al pueblo a la crueldad y a la barbarie, a través de las cuales aparecen días amargos de sufrimiento y regeneración para las colectividades que le aceptan los desvaríos.
Ocurre lo mismo, dentro de nosotros, cuando abrimos lucha contra los semejantes...
Sustentando la contienda con el prójimo, destruidora tempestad de sentimientos nos devora el corazón. Ideales superiores y aspiraciones sublimes acariciadas por nuestro espíritu, construcciones del presente para el futuro y plantaciones de luz y amor, en el terreno de nuestras almas, sufren decaimiento y desintegración, porque el desequilibrio y la violencia nos hacen tambalear y caer en las vibraciones del egoísmo absoluto que habíamos relegado al olvido para la retaguardia de la evolución.
Después de eso, muchas veces debemos atravesar aflictivas existencias de expiación para corregir las brechas que nos inhabilitan el barco del destino, en breves momentos de insania...
En nuestro aprendido cristiano, nos acordamos de las palabras del Señor:
-"envaina tu espada..."
Alimentando la guerra con los otros, nos perdemos en las tinieblas exteriores, olvidando el buen combate que nos cabe mantener en nosotros mismos.
Hagamos la paz con los que nos rodean, luchando contra las sombras que aun nos perturban la existencia, para que se haga en nosotros el reinado de la luz.
Con la lanza en ristre, jamás conquistaremos el bien que deseamos.
La cruz del Maestro tiene la forma de una espada con la lámina volcada para abajo.
Recordemos, así, que, si sacrificando sobre una espada simbólica, debidamente enmarañada, es que Jesús confirió al hombre la bendición de la paz, con la felicidad y renovación.
XAVIER, Francisco Cândido. Fuente Viva. Por el Espíritu Emmanuel. FEB. Capitulo 114.